Por amor al pueblo se da y se aprende.
Dimensión de Educación Originaria (DEO-UNITONA)
17-03-2016
“Joven: Da testimonio de que Jesús está vivo. Pregúntale lo que
quiere de ti y se valiente. ¡Pregúntale! Si Sabes decir “si” a Jesús,
entonces tu vida joven se llena de significado y será fecunda”. Papa Francisco.
La
juventud a pesar de ser un estado
fisiológico, una etapa de vida, un momento en el paso de la humanidad o un
instante en el proceso de crecimiento y desarrollo del ser. Es también un
momento de contrastes, armonías, encantos y desencantos por parte de los
miembros que se encuentran en esta etapa.
Por
un lado está lo que yo quiero (lo que es muy mío, mi espacio, mis cosas, mis…)
y por el otro es lo que el grupo social requiere de mi (lo que debes de hacer,
las responsabilidades, los compromisos, las tareas, lo que hay que hacer…). En
ocasiones logramos dimensionar lo inmediato de esta necesidad mía por vivir y
ser, pero se pierde de vista lo que debo hacer para nosotros, porque lo que
hago por todos tiene una trascendencia del presente hacia el porvenir.
Por
eso, la juventud es la etapa en la que hay una capacidad de movilizar, impulsar,
emprender, significar re significar, criticar y asumir lo que se va
percibiendo, diciendo y reflexionando. Es el momento en el que se tiene el caos
ordenador, el conflicto conciliador, los
gritos y los silencios, las emociones a flor de piel, los anhelos y las ilusiones.
Es donde la fe se enraíza o se desprende de la existencia.
Por
eso es sumamente importante sensibilizarnos sobre este proceso de vida, ya que
se cuenta con la fortaleza suficiente para impulsar, y además se tiene, la
vulnerabilidad ante los falsos discursos que ofrece el proyecto de muerte.
Donde estamos
situados
“Siempre
prontos para dar razón de vuestra
esperanza a todo el que nos la pide”.
Nos encontramos en una situación histórica, social,
económica, ecológica, humana y espiritual que muestra los síntomas de la
enfermedad llamada indiferencia, apatía, desinterés, irresponsabilidad,
ignorancia, discriminación, opresión, marginación, criminalización, despojo,
robo, mentira, enajenación, individualización, aislamiento etc. Males que en la
historia de nuestros antepasados se ha vivido de diferente modo y en diferentes circunstancias, pero que se
nos están tratando de inducir desde un discurso de normalización. Se nos trata
de inculcar la falsa idea de la juventud (esa que solo es desechable,
desagradable, molesta, incomprensible y tantos apelativos que el sistema
colonial ocupa para legitimar y legalizar sus atrocidades), mientras que por
otro lado es la hermosa expresión de nuestros
y nuestras compañeras que desde su diversidad nos expresan, cantan,
gritan, bailan, debaten, cuestionan y sobre todo asumen el proyecto de hacer,
de compartir, de aportar, de recrear… el proyecto de vida.
Se tiene por un lado la crisis de los valores, ya no se
entienden como antes los principios de respeto, apoyo, solidaridad,
colaboración, amor, equidad, tolerancia... Estamos palpando la crisis de las
estructuras: familiar como núcleo formador debido a que se tiene matrimonios
jóvenes que se han separado por la incomprensión entre la pareja, migración de
papá y mama para trabajar dejando encargados a los hijos e hijas, madres y padres solteros que están asumiendo
los roles paterno y materno, hay huérfanos - huérfanas dejadas abandonados o abandonadas por el temor (de
los progenitores) de asumir la responsabilidad que ha implicado engendrar una
vida o vidas, papá o mamá que no están
dispuestos a asumir el momento que viven y siguen reproduciendo una vida de búsquedas
dejando descobijados a los hijos e hijas; el
estado en sus expresiones institucionales las cuales reproducen un esquema
de sobajamiento, elitismo, chantaje, lucro, descalificación, mentira y cinismo.
Nuestra sociedad ha sido inducida a esta fiebre por tener
y no por dejar ser. En esta fiebre está trastocando:
2.
Nuestra vida
común, que son las actividades diarias que nos dan un sostén ideológico y
amarre social desde: las faenas, las charlas vespertinas, los momentos de
juego, las mayordomías, las danzas, los servicios, las historias locales,
nuestras palabras propias, los rezos en las casas, el teatro, las películas
compartidas, los espacios de estudio, las pintas, las siembras colectivas, las
participaciones en gestos culturales, las visitas, las tocadas, los bailes y
más...
3.
Las ideas
que sostuvieron una época ahora ya no son vigentes del todo porque han sido
manoseadas por la demagogia, algunas de ellas: la democracia, la libertad, el
acuerdo, la patria, la unidad, el desarrollo, la superación, la fe verdadera,
la autoridad, respeto. Ahora buscamos lo que nos tome en cuenta desde nuestra
existencia, escucharnos para consensar, decirnos los argumentos que nos
oriente, el amor por ti, ¡mi vida!.
Y en todo esto, ¿la juventud qué? ¿Qué hacen los y las jóvenes?,
podrá ser una pregunta que nos hagamos. Ante
esto la juventud ha sido olvidada,
dejada a su suerte desde una aparente idea de “separación para dejar ser” pero sin
el cuidado de acompañar y orientar este proceso de vida. Por eso es importante concientizarnos
y asumir que nosotr@s jóvenes, encarnamos
esta juventud. Nosotros somos la juventud de las naciones y de la sociedad, la
juventud de cada familia y de toda la humanidad. Nosotros somos la juventud de la Iglesia”. Esto nos
requiere una apuesta por este proyecto de vida, el proyecto por la juventud.
¿La juventud
qué? ¿Qué hacen los jóvenes?
Precisamente les perdimos la pista a estas generaciones
que están padeciendo, luchando, confrontando, reflexionando, gritando,
pidiendo, llorando, desquebrajando, reconfigurando y re significando este
proceso socio-histórico-cultural, vivir.
No te salves[1]
No te quedes inmóvil
Al borde del camino
No congeles el júbilo
No quieras con desgana
No te salves ahora
Ni nunca
No te llenes de calma
No reserves del mundo
Solo un rincón tranquilo
No dejes caer los parpados
Pesados como juicios
No te quedes sin labios
No te duermas sin sueño
No te pienses sin sangre
No te juzgues sin tiempo…
Es nuestra
juventud… las pulsiones y sensaciones, fe constante, esperanza en lo adverso,
la alegría, vida en fiesta,
compañerismo, compartir el ser, de-mostrarse tal cual con las crisis en la vida
y las promesas por realizar. La juventud
es la riqueza de descubrir y a la vez de
programar, de elegir, de prever y de
asumir como algo propio las primeras decisiones. Tan hermoso momento
rodeado de tantas experiencias que por un lado orientan y por el otro confunden
para que el sujeto se valla narrando en la cotidianidad.
¿Qué debemos hacer para tejer la bondad entre nuestros
semejantes, sin esperar los títulos? ¿Cómo estamos empleando los bienes
terrenos para el servicio de nuestros semejantes más jóvenes, mostrándoles el
reino de nuestro Padre Madre vivo? ¿Qué he de hacer para que mi vida tenga
pleno valor y pleno sentido? Es importante reconocer que el hecho de que yo sea
portador de la bondad reafirma el
testimonio de Jesús.
La juventud y el
servicio.
No perdamos la
esperanza de encontrarnos todos y todas
firmes y confiadamente comprometid@s en realizar la justicia y trabajar por la
paz en los diversos ámbitos. La paz es
el don de Dios, pero confiado a todos los hombres y a todas la mujeres,
llamados a llevarlos a la práctica. Papa Francisco.
Por eso la fuerza de la juventud, así como la sensibilidad
de la niñez, son más, que un estado físico, emocional, psicológico. Es un
estado espiritual que debemos de mantener. No debemos de dejarnos agobiar por
este proyecto de muerte que nos niega nuestra esperanza en Dios vivo. Una sola cosa te falta: vete, da lo que
tienes a los pobres… luego ven y sígueme (Mc. 9, 14-29).
Es necesaria esta mirada
amorosa; le es necesario saberse amado eternamente, y haber sido elegido
desde la eternidad. No podemos dar lo que no hemos asumido y cargado. Por eso
es primordial que nos siéntamos y experiénciemos amados por la gracia de Dios.
Desde el caminar en estas tierras de la sierra norte, hay una opción por
reconocernos en compañía con Dios Padre Madre de la vida. “A nosotros nos corresponde la
responsabilidad de lo que un día se
convertirá en actualidad junto con nosotros y que ahora es todavía futuro.
La presencia de la ternura amorosa de Dios se expresa en
los gestos concretos de nuestro
pueblo: el saludo, la palabra, la escucha, la mirada, el lugar, el ofrecer la
comida y la bebida, la bendición, el adornar- nos, el festejar –nos, los ritos
de perdón, los ritos de permiso, los ritos de gratitud, el trago sagrado, las
historias de nuestras fundación, el compartir los frutos y semillas, el abrazo,
el invitar a ser parte, el cargar al pueblo, el llevar la palabra, el orar con
Dios y por los herman@s, el sacrificar algo para todos. También en los gestos simbólicos: la cruz, la ofrenda,
los collares, los bastones de servicio y mando, los nombramientos, la comunión
con el pueblo, las ofrendas en los manantiales, las danzas, los sones, el agua
bendita, los cantos, los rezos, las reuniones, los acuerdos, los mitos
fundentes, las maneras de nombrar a Dios y la Virgen. Desde esta propuesta de
vida digna, de donde debemos tomar para acompañar el paso de las generaciones
jóvenes, desde nuestra juventud.
Cristo tiene confianza en los jóvenes y les confía el futuro de su propia misión:
“Vallan y hagan discípulos”; vallan más allá de las fronteras de lo humanamente
posible. También los jóvenes tienen
confianza en Cristo: no tienen miedo de arriesgar con él la única vida que tienen, porque saben que no
serán defraudados.( Papa Francisco)
La vocación
de vida, que se identifica en cierto modo con el proyecto de vida. Estamos por
la vida física y espiritual, por eso es que este proyecto apuesta por los seres
vivos. Es entonces que nuestra juventud
debe de transparentar la madurez que en nuestra
vida permitirá a cada uno ser siempre
personas de conciencia, personas
de principios, persona que inspiren confianza (Papa Juan Pablo II). Es por
eso que las bienaventuranzas nos orientan para poder acompañar a nuestros
pueblos y comunidades:
Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos
es el reino de los cielos.
Bienaventurados los dulces, porque ellos heredan la
tierra.
Bienaventurados los afligidos, porque ellos serán
consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia,
porque ellos serán hartos.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos
alcanzaran misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos
verán a Dios.
Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán
llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por ser justos, porque de
ellos es el Reino de los cielos.
Bienaventurados seréis cuando os injurien, persigan y,
mintiendo, digan todo mal contra vosotros por causa mía.
Superarse
así mismo, lleva consigo también todo aquello con lo que supera al mundo. Los
preceptos de la ley están inscritos en sus corazones, siendo testigo su
conciencia. (Juan Pablo II). Por eso es que nuestra apuesta es por las
generaciones jóvenes ya que en ellas se ha padecido el descuido el cual debe de
ser justamente enmendado, ya que sin esta acción estaremos condenándonos por el
pecado de omisión. Conocer la debilidad
pero conocer también y sobre todo la dignidad. Es desde nuestra parte más
noble, más ética, más clara del amor de Dios por nosotros, que debemos partir
para recuperar esta credibilidad ante los discursos desprestigiantes de las
estructuras de pecado. El amor de Dios se
ha derramado en vuestros corazones por virtud del Espíritu Santo, que nos ha
sido dado.
Palabra compartida a los jóvenes de la comunidad de Tepango de Rodríguez el 19 de marzo, con motivo del retiro juvenil organizado. Con mucho cariño para todos los que caminamos apostando por la juventud de la sierra norte de Puebla.
Bibliografía
Carta Apostólica 58 a Los jóvenes y las jóvenes del mundo:
Actas y documentos pontificios, Ed. San Pablo; Juan Pablo Segundo.
Los Santos Evangelios: Ed. San Pablo.
Papa Francisco misionero de misericordia y de paz: 100
frases con ocasión de su visita a México.
Poesía no te salves: Mario Benedetti.
No hay comentarios:
Publicar un comentario