Pronunciamiento conjunto entre las organizaciones Unidad
Indígena Totonaca Náhuatl – UNITONA, de la Unión de Cooperativas Tosepan
Titataniske y de los investigadores participantes al Foro del Maíz reunidos en
el marco del coloquio internacional “Agro-biodiversidad, patrimonios locales y
OGM” (Cuetzalan, Sierra Norte de Puebla, 22 de Septiembre 2017).
Los trágicos
eventos de los temblores del 7 y 19 de septiembre son un recordatorio de que
los seres humanos no somos nada frente a las fuerzas de la naturaleza, frente a
la Madre Tierra. Pero también que los desastres no son “naturales”, la
dimensión del desastre es una consecuencia de actuaciones humanas – así como
también es el caso con el cambio climático y la pérdida de biodiversidad debido
a un modelo de desarrollo contrario a los principios de reproducción de la
vida.
En la historia
de los pueblos, el derecho a la vida se va cultivando a través del maíz y la
milpa. Los conocimientos de las comunidades son una herencia milenaria de
nuestros ancestros.
Como resultado del
encuentro de Cuetzalan y del diálogo entre investigadores de México, Francia,
Reino Unido, Canadá e Italia con miembros de los pueblos originarios nahuas y
totonacos amenazados por “proyectos de muerte” que pretenden despojar a los
habitantes de sus semillas a través de la contaminación transgénica: nos
declaramos a favor de los “proyectos de vida” y contra el mal empleo del
conocimiento que genera una perversión de la ciencia sometida a objetivos
mercantiles.
Nos pronunciamos
a favor de una ética del conocimiento al servicio de las organizaciones
comunitarias y de los centros de estudios en las comunidades.
La reflexión nos
permitió ver que la producción de nuestras semillas es generadora de un
sustento amplio que permite mantener los diferentes medios de vida y que a la
vez genera salud en la alimentación, que no solo es una riqueza gastronómica.
En la milpa se reproduce la comunidad. Es generadora
de la misma composición pluricultural de la región así como de procesos y
proyectos de vida, procesos educativos que giran alrededor del maíz, las
plantas y otros seres asociados dentro de la misma.
Nuestros
conocimientos agroecológicos son amenazados por los impulsos nacionales e
internacionales de estandarización de las semillas y el derecho de
propiedad intelectual privada a través
de los patentes sobre organismos vivos.
Estos son
ajenos a la forma de cómo se vive en nuestros territorios, rompen con la armonía
y el respeto hacia las personas, Dios-Kimpuchinakan, y la Madre Tierra.
Como pueblo y como investigadores, nos oponemos a que
nuestras semillas vivas mueran y que seamos forzados a ser consumidores de las
grandes empresas agroindustriales.
Como pueblos,
respetamos los valores de la naturaleza; no estamos de acuerdo en encaminarnos
a un modo de vida que atenta a nuestra cultura por el dominio de grandes
empresas agroindustriales, farmacéuticas y biotecnológicas. También consideramos que las
políticas de gobierno están enfocadas a desgastar el campo mexicano, impulsando
el despojo de los saberes, semillas y soberanía alimentaria. No estamos de
acuerdo que éstas se lleven nuestro conocimiento.
Como investigadores,
nos comprometemos a poner nuestros conocimientos al servicio de las comunidades
para seguir defendiendo la vida comunitaria. Por otro lado, las comunidades nos
comprometemos a seguir acompañando las investigaciones que promuevan la vida. Consideramos
que es de importancia alentar a los jóvenes y los niños en esta filosofía de la
vida, impulsando procesos pedagógicos y siguiendo con diálogos de saberes de manera
más constante, recuperando la cultura oral. La milpa también es una escuela que hay que defender.
Esto incluye a
los investigadores que no solamente se comprometen a regresar sus textos a las
comunidades, pero también a compartir a través de estos diálogos su producción científica,
la cuál se apoya en el conocimiento local para producir nuevos conocimientos
desde la perspectiva de cada disciplina académica.
Por medio de
este proceso, los investigadores le dan sustento científico al conocimiento
local y se comprometen a regresarlo a través de diálogos y procesos educativos.
Estamos en
contra del robo del conocimiento que viola nuestros derechos nacionales e
internacionales, derechos que no nos conceden por arriba: nacimos con ellos
como se sustenta en la Constitución de México, la Convención sobre Diversidad
Biológica y el Protocolo de Nagoya, en el Convenio 169 de la Organización
Internacional del Trabajo, en la Declaración de las Naciones Unidas sobre los
Pueblos Indígenas, en el Trado Internacional
sobre los Recursos Fitogenéticos
para la Alimentación y la Agricultura (FAO, 2001) y en el “Privilegio
del agricultor” establecido en el Convenio internacional para la protección de
obtenciones vegetales (UPOV, Paris, 1961). Sobre este último punto declaramos
sin embargo, que más que un “privilegio” se trata de la manera natural en que
se ha desarrollado la agricultura en nuestros pueblos desde 9,000 años.
Por lo mismo rechazamos categóricamente las
recientes propuestas de Ley General de Biodiversidad y de Ley General de
Desarrollo Sustentable, que no respectan las obligaciones internacionales
de los instrumentos legales arriba mencionados y a los que México suscribió.
Estas iniciativas fueron avaladas en el Senado aprovechando de que la sociedad
civil mexicana e internacional tienen su atención enfocada en las consecuencias
de los recientes desastres.
El robo de
conocimientos pone a la venta recursos genéticos que son de los pueblos y va en
contra de la reproducción de la vida.
Propuestas de acción
Desarrollar una
red de información y asesoría de manera conjunta entre investigadores y las
comunidades a favor de los “proyectos de vida”. Esto se impulsará próximamente
a través de la organización de talleres de sensibilización sobre los retos de
la defensa de la agro-biodiversidad en nuestros territorios.
Las comunidades
nos comprometemos a exigir a las autoridades que no permitan cambios de usos de
la tierra para proyectos extractivos. Y articularnos con los procesos
organizativos que defienden la vida desde las prácticas comunitarias y el
cultivo de la milpa.
Los investigadores
nos comprometemos a informar en nuestras instituciones y en nuestros países sobre
las luchas de los pueblos.
UNITONA –
Unidad Indígena Totonaca Náhuatl
Unión de
Cooperativas TOSEPAN TITATANISKE
Los organizadores
del coloquio internacional:
Dr. Nicolas
Ellison, Investigador de tiempo completo, Ecole des Hautes Etudes en Sciences
Sociales y Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos, CEMCA- Embajada de
Francia en México).
Dra. Laura Romero,
Directora del departamento de Antropología, Universidad de las Américas –
Puebla.
Dr. Charles-Édouard de Suremain, Director de
Investigación, Institut de Recherche pour le Développement (IRD, Francia) y
CIESAS-DF.
Y firman los
ponentes y participantes :
Dr. Serge Bahuchet, Profesor en el Museum National d’Histoire
Naturelle, Paris.
Dr.
Francisco Alberto Basurto Peña, Jardín
Botánico, Instituto de Biología, UNAM.
Dr. Pierre Beaucage, Profesor
emérito de la Universidad de Montreal, Canada.
Dr. Renzo D’Alessandro,
Investigador CIESAS-Sureste
Dr. Jean Foyer, CNRS, Francia
Dra. Liz Fitting, Profesora,
University of Dalhousie, Canada
Dra. Gabriela Garrett Ríos,
Profesora de tiempo completo, Universidad Intercultural del Estado de Puebla
(UIEP).
Biól. Erica
L. Hagman Aguilar, Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC)
Dr. Tim
Ingold, Profesor Catedrático, University of Aberdeen, Reino-Unido.
Dra. Cristina Mapes Sánchez,
Instituto de Biología, UNAM
Dr. Alfredo López Austin,
Profesor emérito, IIA, UNAM
Dr. Quetzalcóalt Orozco Ramírez, Investigador, Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental, UNAM
Pauline
Rameau, Candidata a Doctor e investigadora del Museum National d’Histoire Naturelle, Paris
Lorenzo
Sapochetti, Candidata a Doctor e investigador Universidad Sapienza de Roma.
Alejandro
Trueba Carranza, Asesor de la Dirección General de Educación
Tecnológica Agropecuaria, SEP.
Dr. Pablo Valderrama,
Investigador a tiempo completo del INAH
Dra.
Ana Maria Velasco Lozano, Profesor Investigador Titular “C”,
Dirección de Etnología y Antropología Social, INAH
Rodrigo Vidal Martínez, estudiante de la licenciatura en desarrollo
sustentable, UIEP.